Los sobrepasados

Estamos en un momento en el que la sociedad intenta normalizar la salud mental como una parte más de la salud, dolencias que hay que tratar con la misma naturalidad con la que se tratan las de la salud física. Ocurre sin embargo que en ese movimiento pendular tan típico de los cambios sociales, pasamos de que las enfermedades mentales se ocultasen porque estigmatizaban a quienes las sufrían, a lo que ocurre ahora, que parece que cualquier comportamiento que se sale del estándar hay que tratarlo como un problema de salud mental. La tristeza es depresión, un carácter introvertido sociopatía, y todo acaba siendo candidato a la consulta de un psicólogo o de un psiquiatra.

Los deportistas profesionales, cuya vida transcurre entre las competiciones, entre sus limitaciones, bregando con el estado físico del momento o el psicológico, saben que mantener un buen nivel mental es básico para poder llevar ese ritmo al que les somete su carrera profesional. Tienen que administrar anímicamente sus victorias pero también sus derrotas, sus ascensos y sus declives, y no todos lo consiguen, incluso diría que la mayoría se deja lo bueno de la vida en el intento. Hasta tal punto llega el nivel de exigencia al que están sometidos que ya no hay nadie que no tenga un psicólogo en su equipo de preparadores, y no hablo solo de la élite sino de deportistas de nivel medio que son la mayoría.

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Año Nuevo

El día 1 de enero es un día raro. Incluso para los que por edad, por carácter o por idiosincrasia no vivimos la Nochevieja como si hubiese que pegarle fuego al mundo, la mañana del nuevo año que comienza es distinta al resto de las mañanas. Conforme se agota la noche de fin de año las calles de van quedando vacías. Me asomo al balcón y todo está en silencio. A pesar de ser ya más de las diez de la mañana y haber salido un día apacible y soleado, nada frío, sin el viento típico de estas tierras que acogota al más pintado, hay pocos que hayan decidido darse un garbeo para ver si el 2024 ha cambiado algo en la ciudad. Quizá sea porque los que a media mañana no están durmiendo los excesos de la noche pasada suelen ser los de más edad y este año, entre gripes, covid, catarros y virus respiratorios, están con poca marcha en el cuerpo y se han quedado en casa a ver en la tele los valses de Strauss desde Viena.Leer más »

Mascarillas cero

Se acabó, la mascarilla a la basura para todo, ni siquiera en los resquicios que quedaban, que eran pocos, es obligatorio el asfixiante tapabocas que llevaba amordazándonos desde hace tres años. Todos contentos porque es un signo de que hemos vencido al SARSCOV2, al menos lo hemos metido en vereda y ya no campa a sus anchas matando ancianos y vulnerables. Victoria.

Después de comer, con este calor veraniego, lo que pide el cuerpo es una buena siesta y qué mejor plan para dar la cabezada que un sofá cómodo, el Saber y Ganar en la Dos de TVE y después un documental de leones africanos o de exóticos pececillos en lugares idílicos. Como estos días se está corriendo el Tour de Francia, la Dos ha cambiado sus documentales por la retransmisión de la llegada de la etapa del día, lo cual tampoco desentona mucho en el relajo siestil de esas horas. La sorpresa llega cuando me despierto y, un tanto inconsciente todavía, veo en la tele a unos señores con mascarilla rodeando a los ciclistas que han llegado a la meta. Son periodistas con sus micros y móviles en mano, por lo que veo. Pero ¿qué pintan las mascarillas?. La escena parece sacada de 2020 pero es actual, lo que ocurre es que algún positivo en otras pruebas ciclistas ha hecho que los responsables del Tour tomasen la decisión de obligar a usar la mascarilla en momentos puntuales para prevenir contagios que pondrían en peligro toda la carrera. La todopoderosa pela ha forzado esta especie de regreso al pasado.Leer más »

Vida privada

Markup es una web de noticias sin ánimo de lucro que investiga como utilizan las instituciones la tecnología para cambiar nuestra sociedad (eso dice su presentación al menos). En diciembre del año pasado publicaron un artículo sobre la investigación que habían realizado conjuntamente con STAT, otra web dedicada al periodismo, en este caso de la salud y la medicina, que titularon: ‘Fuera de control: docenas de startups de telemedicina envían información sensible sobre salud a las compañías Big Tech’.

El artículo es largo y está bien documentado, pero por resumir mucho las conclusiones a las que han llegado, solo con decir que de las 50 compañías investigadas 49 vendían datos de su actividad a los grandes bancos de datos, ya se le ponen uno los pelos como escarpias. Hay que pensar que las galletitas de las que hablamos son galletitas que contienen datos sobre la salud, datos especialmente sensibles a la hora de saber algo sobre la vida de las personas.Leer más »

Preservarse o morir

Todo lo que da placer es pecado o engorda. Lo dice la sabiduría popular que suele ser muy certera en sus axiomas. Una vida sana solamente es llevadera si no se ha probado la otra, la vida placentera, la que no conoce el gimnasio, no mira las calorías ni los hidratos y en vez de dos litros de agua al día bebe múltiples líquidos mucho más agradables y que permiten relacionarse con el prójimo de manera más abierta y divertida que el agua.

Voy con otro axioma popular, este menos acertado: la buena vida es cara, hay otras pero no son vida. Esto era cierto hasta hace unos años pero la evolución de la sociedad hacia hábitos más saludables pone en cuestión eso de que la vida aburrida y sana no sea cara, incluso a veces más cara que la vida disoluta y perversa. Vivir healthy requiere tanta parafernalia que puede arruinar a cualquiera. Empezando por la alimentación natural y ecológica, nada de productos procesados y baratos,  siguiendo por controles médicos para mantener a raya el organismo que tiende al caos, la visita diaria al gym para quemar grasas y oxigenar los tejidos, sin olvidar la salud mental que aporte el equilibrio necesario a nuestro yin y nuestro yang, todo ello sube un pastón que conlleva el tener que trabajar como loco para pagarse esos gastos, más los gastos habituales de cualquier ser humano civilizado. No sé yo si compensa.Leer más »

Las hijas de Santi

Mi amigo Santi es uno de esos emprendedores que lo son por obligación, porque la vida les ha llevado a ganarse la vida con el sudor de su frente y con el esfuerzo de currar como locos. No tiene un negocio innovador, hace ventanas de aluminio, pero sí que tiene trabajo, mucho trabajo a veces, y a base de ver poco a la familia se saca un buen sueldo cada mes. Vamos, Santi es el típico autónomo español de medio pelo digno de admiración.

Mi amigo tiene dos hijas adolescentes y ha decidido, por amor paternal y por intentar evitar que vayan dando trompicones laborales como le ocurrió a él, que su mejor inversión sea darles una carrera universitaria con la que puedan ganarse la vida con cierta holgura. Claro, el dilema llega cuando hay que compaginar vocación y pragmatismo a la hora de elegir los estudios. En su caso parece que ha sido sencillo, me dice que la mayor estudia medicina porque quiere ser psiquiatra y la pequeña, que tiene menos ganas de hincar los codos, va a empezar ahora psicología. Casualmente ambas se inclinan por la saludad mental. Yo le digo que eso está bien, que ahí hay trabajo a espuertas y él se ríe y me dice: sólo conmigo ya tienen tajo.

Según la Confederación de la Salud Mental en España, el 10% de la población tiene algún problema de salud mental y a lo largo de su vida lo tendrán 4 de cada 10 españoles. La ansiedad y la depresión afectan ya al 7% de la población y esta cifra se duplica si hablamos solo de las mujeres. Todavía son peores las cifras que se refieren a los jóvenes entre los 15 y 29 años, casi la mitad de los cuales dicen haber tenido problemas mentales a lo largo de su vida. Por cerrar esta foto de la salud mental en números, más de la mitad de los que necesitan tratamiento no lo reciben y un número importante de los que son tratados lo son de forma inadecuada. Tela marinera.Leer más »

Relax

A principio de la década de los 80 el mundo se quedó anonadado con la aparición de una nueva amenaza para la vida de las personas: el sida. Como ocurre cuando se desata una pandemia (no sé si aquello llegó entonces a considerarse pandemia) todo el personal se acojonó ante las perspectivas de pillar el virus que provocaba el VIH porque no existía cura, no se sabía mucho de él y no hay nada que dé más miedo que lo desconocido. Luego empezó a matizarse todo y poco a poco, conforme se iba descubriendo qué es lo que estaba pasando, todos le fuimos perdiendo el miedo. Ahora, en los países ricos, se considera una enfermedad que puede cronificarse y cuya mortalidad es asumible, pero sigue matando y según los cálculos que se han hecho, el sida se ha llevado hasta ahora al otro mundo unos 40 millones de personas, algunas famosas y ricas pero la mayoría anónimas, pobres y de países subdesarrollados.

Cuando comenzó el sida hace cuarenta años, todos los servicios por los que pasaba mucha gente diversa incrementaron las medidas de higiene. Los dentistas, por ejemplo, o las peluquerías, instalaron sistemas de desinfección de su instrumental porque la sangre es uno de los medios por los que el VIH pasa de una a otra persona. Todo eso se fue relajando y aunque quedó cierta prevención en el ámbito hospitalario, en otros negocios, como el que he citado de las peluquerías, lo de desinfectar los virus se quedó en el más absoluto olvido.Leer más »

Amoxicilina

Primero fue el papel higiénico, luego el aceite de girasol y ahora le ha tocado a la amoxicilina ser el protagonista, el objeto de deseo, lo más buscado por su escasez en las estanterías de las farmacias. Pasa con todo, cuando la demanda se dispara de repente se produce el desabastecimiento.

La amoxicilina es un antibiótico derivado de la penicilina que se utiliza para tratar diversas infecciones. Yo tuve con ella un mal encuentro cuando intenté comprar, ya hace unos años, una cajita para darle a uno de los gatos que andan sueltos por el jardín, que de vez en cuando tenía problemas de infección en la boca, porque en otras ocasiones me la había recetado un veterinario. Entré en un par de farmacias explicando el motivo por el que quería la amoxicilina pero no tenía receta y la reacción de ambos farmacéuticos fue mirarme con una cara como si les hubiese pedido heroína y exclamar ¡pero hombre, que es un antibiótico!, a lo que yo respondía huyendo rápidamente del establecimiento como si estuviese cometiendo un delito y la policía estuviese a punto de llegar. Al final al gato se le pasó la infección sola, tuvo suerte.

Ahora nos enteramos que hay un ejército de superbacterias resistentes a los tratamientos y que están matando a una de cada ocho personas que mueren, sin que se pueda hacer nada para combatirlas. Esta resistencia provocada por el exceso del uso de los antibióticos en las personas y en los animales, se agrava además porque hace muchos años que no se descubren nuevas familias de antibióticos capaces de vencer esa inmunidad bacteriana, ya he comentado antes que la amoxicilina, que está a tope de demanda ahora, viene de la vieja y primitiva penicilina descubierta por Fleming en 1928, nada menos.Leer más »

La prudencia pandémica

Ya sabemos que la prudencia no es una virtud que esté de moda, más bien todo lo contrario. Le preguntaban el otro día al Director del Centro Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, que no es otro que el mediático Fernando Simón que veíamos todos los días en la tele en la primera parte de la pandemia del SARSCOV2, que si con la llegada del virus de la viruela del mono estábamos ante una nueva crisis sanitaria como la que vivimos en 2020 (que por cierto sigue estando presente entre nosotros), y respondió que hay pocos casos, que no es lo mismo, y que hay que tener precaución por la evolución del virus porque es bastante contagioso pero no preocuparse en exceso.Leer más »

Después de Semana Santa

La vuelta a la normalidad prepandémica, tras la retirada de las mascarillas en interiores después de Semana Santa, está animando mucho al personal que lleno de alegría siente que ya ha dejado atrás la pesadilla del virus. Como ya no se contabilizan los contagios como antes sino que se hace una especie de muestreo a los mayores de sesenta años, pues es complicado medir la evolución de la COVID como se hacía antes, por lo que es muy probable que nadie se entere si hay un rebrote de la enfermedad hasta que se llenen los hospitales.

Con la relatividad que dan estas nuevas estadísticas, los contagios están repuntando y la ocupación hospitalaria de enfermos con COVID (esto sí que es real porque son camas ocupadas) está aumentando. Los expertos se preguntan si esto será debido a las vacaciones y a los millones de desplazamientos de la Semana Santa, algo que es evidente porque ya lo hemos vivido muchas veces, o si será por la nueva subvariante de Omicron que es más contagiosa que la anterior, algo que también hemos experimentado ya cada vez que el SARSCOV2 muta porque los virus funcionan así. No hace falta ser epidemiólogo ni virólogo para adivinar que esto iba a pasar, hasta las autoridades sanitarias deberían haberlo previsto antes de eliminar las mascarillas en interiores.Leer más »